En el aire respira
todo rastro de esquirla, y mira
como la lluvia suspira, y gira
el mundo risa tras risa
sonrisa calmada la brisa
así es la vida, amiga
digas lo que digas…
Aquel día no fue ni será nunca un día especial, ni en sus recuerdos ni en los de ella. Es más, aún dudo siquiera de que recuerden ese día o de que quieran recordarlo. Antes y después se convirtió en un concepto demasiado incisivo y decisivo para los dos, de aristas demasiado afiladas y engañosas. Nada volvió a ser como antes, ninguno de los dos volvió a ser como era antes. Cambios. ¿quién los necesita? ¿Los necesitamos? ¿Quién los quiere? ¿Los queremos? Ellos no lo sabían, ni antes, ni ahora ¿o no querian ni quieren saberlo?…
Palabras transformadas en esquirlas de aire y la magia en la brisa anidaba, pero se acabó la magia y las esquirlas hicieron sangrar la piel y el corazón. ¿Quién lo arreglará? ¿Quién los detendrá en la caída? ¿Quién se lo explicara a él? ¿Y a ella? Si al menos quisieran saberlo. Si al menos siguieran luchando…
Y ahora son como dos extraños más, en las calles desiertas de una gran ciudad. ¿Se encontrarán? Desde luego, han de hacerlo. Si existiera el destino, o si existe, el suyo muy a pesar de los dos está enlazado y anudado al mismo lugar, su sitio: de los dos, su puerta, que abrirán ¿o tal vez no? ¿Quién sabe…?
En sus manos anida,
la llave de la salida, y gira
y no abre ni cierra la vida
elige otra puerta amiga, y mira
que esconde o lleva ¿dónde?, ¡grita!
que se te oiga tan fuerte, ¡¡avisa!!
que no pille desprevenida…