Él se acerca despacio
y ella rehúsa el contacto,
se cruzan miradas tirantes
y él congela palabras,
la culpa en sus labios
antes eran amables,
ella baja los ojos,
grandes y rapaces,
pánico en su mirada.
Se precipitan sus vidas
huyen las risas
y ellos se dejan llevar,
es la última casilla:
no hay ningún alivio,
solo despedidas
y un amargo final,
no hay ningún sitio
donde besarse
que no les duela ya.
No hay disculpas
solo culpables
libres de culpa,
miles de excusas
por los desgastes.
El parque se derrumba:
sangran los árboles,
hojas caducas,
ocultan las deudas
hacen posible las paces,
pero nadie se atreve
con el último pase.
Ella piensa en las promesas
él recuerda los detalles
ella sueña con huidas
el resuelve los desastres.
Él se dedica a su vida
ella enciende las velas
él se pierde en sus risas
ella quiere ser la presa.
Se aferran al instante:
sus corazones tiritan,
sus cuerpos tiemblan,
sus labios se invitan,
sus brazos se cierran.
Como siempre se ha hecho tarde
se miran buscando en sus ojos:
las palabras del empate,
no quieren un invierno solos
y ya van tres años,
puede que vivan temblando,
deberían cambiar de parque.