Se llamaba Noemí y su belleza eclipsaba cualquier otra. Su pelo dorado caía libremente desordenado sobre sus hombros, sus ojos azules te atrapaban en sus iris, tan profundos…
Era bella y lo sabía, su nombre significaba belleza y lo sabía. Sabía que podría conseguir cualquier cosa sólo deseándolo y dejando que trabajaran sus encantos, sabía que podría tener a cualquier hombre con sólo mirarlo. Su suelta y ágil figura poseía movimientos felinos arrebatadores, siempre parecía cansada, siempre parecía dispuesta a saltar y sembrar de arañazos tu corazón.
Desde muy pequeña había utilizado su belleza y su encanto para cualquier cosa: cuando quería algo o después de una regañina, recurría a las lágrimas porque era consciente de que cuando lloraba y su cara era bañada por el agua salada de su llanto era realmente irresistible, prácticamente imposible negarle cualquier cosa, era tan dulce…
Coqueteaba con muchos hombres y conocía todas las técnicas para seducirlos, pero todo eso para ella era sólo un juego, una forma de demostrar que todo el mundo caía rendido a sus pies. Nunca conoció el amor, es más se burlaba de él, destrozándolo. Arañaba con sus palabras los corazones de los hombres que se declaraban de ella, enamorados..
Odiaba el amor, odiaba los sentimientos, odiaba a los poetas. Decía que mentían… Lo decía porque nunca había sentido mariposas en su estómago, nunca había sentido como su alma volaba con alas de amor. No había vibrado jamás su corazón, no le había dolido la ausencia y nunca había echado a nadie de menos, no había llorado realmente por nada…
-Vosotros, los poetas, sois unos mentirosos… Las cosas que leo en vuestros versos no existen… Las odio, no las conozco… Mentís!!!
-Coge mis manos, yo te guío… Lee mis versos cariño mío, y dime ¿que no comprendes? ¿Qué es lo que sientes? No conoces el amor, porque nunca nadie te lo mostró, no conoces el amor porque nunca nadie te conoció, no conoces el amor porque nunca soportaste el dolor…