No quisiera estar ciego
de las cosas que no veo,
si aún distingo y creo
que la ceguera
no es la manera
de afrontar la marea
de sutiles rarezas
que mi otro yo observa.
A esas horas en las que caigo
y otros quisieran caer conmigo,
me levanto y ando
en busca de la curva de tu ombligo.
Pero me canso de mí
y de tener
que arrancar la espera
de manecillas
de un tiempo que vuela.
Pasan ya varias vueltas sin ti,
sin nadie y sin mí,
y acuchillo el aire en busca de fe
no me responde y me dejo caer
con fiebre en los ojos
y decoloro en la piel
¿de mí que va a ser si perdí la fe?
Por mucho que insistas
no tiene retorno ese camino
no lleva hasta su ombligo,
tan sólo es un poco de olvido
lo que encontrarás
si sigues perdido,
que vago es el murmullo de su abrigo
que alto el susurro del olvido.
Quisiera creer que crees en mí
igual que yo pudiera creer que sigues aquí,
cantas, gritas y es el eco lo que invita
a buscarte entre cristales de fracaso
o de este escaparate,
por favor no vayas a decir
que ando tras de ti
no quiero que sepan
que un día la fe perdí.
Tras varias vueltas,
olvido que buscaba
y me quedo a dormir
a la luz de la mañana
para mañana seguir.