Dicen de mi,
que transmito tranquilidad
pero la verdad, es otra realidad,
lo cierto es que tengo una cualidad
la capacidad de aparentar
reposada calma cuando no se halla,
de que mis ojos sean tranquila mar
y en mi corazón se agite un volcán
a punto de estallar en llamas,
a punto de escupir dolores,
dispuesto a renunciar a amores.
Dicen de mi,
que llevo la felicidad
grabada en la cara
y en mis ojos el sol
que os da calor,
pero la tristeza se coló
en mi cabeza y aulló
cual lobo solitario,
y en mis labios suspiró
fríos suspiros de invierno
que el sol ya se acabó
hace tiempo…
Dicen de mi,
que mi paso al andar
es vestigio de autoridad,
es seguridad y confianza
el peso que nivela la balanza,
la amenaza que atenaza
en mi garganta
que siempre se espanta
y no salta a tus oídos
pero lo cierto es que voy perdido
y he abierto muchos caminos
y en ninguno encontré el destino.
Dicen y repiten y dicen
tantas cosas de mi,
que he pensado en ti
para que me castigues,
por fingir y no tener a quién
mi alma descubrir,
que mi corazón ya conocio París
y mi calma hoy se muere por dormir.