He añorado la distancia,
que al menos,
me hacía pensar en el espacio
dividiendo el silencio, que astuto,
se adueñó de mi reino
¿y cómo combatirlo,
si hacen falta dos, y una vez más
sólo me encuentro?
Ya no hay nadie,
ni una brizna de aire
que lleve un poco de mí,
que dolorosa es la belleza de lo ausente
que mentirosa la ficción que vive en mi mente,
y así me va,
viendo caer gotas de olvido
arrastrando tras de sí,
retazos de presencia.
Y ya amanece y no despierto,
luz oscurece mis sentimietos
y el ruido de la calle,
silencia mi voz,
mi noche nunca se acaba
es perpetua la madrugada
y mis sueños fantasean
con la caricia de una palabra
que oculte el secreto
del alma cansada.
Para mí ya no existe la mañana,
y al final después de todo,
sigue sin quedar nada
que valga la pena,
tan sólo nada queda.