Que me dejaras tu a mi
o que te dejara yo a ti
nunca te fue demasiado
siempre volviste a mi,
y yo, como un perro confiado
siempre comí de tu mano
mientras tu esperabas,
como cada vez,
volver a ver a este perro fiel.
Tiempo al tiempo,
género eterno
se tragó nuestro juego,
ahora somos dos marionetas
ensayando en esta gran ciudad
mil historias rotas más,
dejando atrás
mil corazones rotos como nosotros.
Y otra vez te volví a ver
como la primera vez
que andabas colgada de la luna,
tus ojos color aceituna
me miraron pidiendo ayuda
y te volví a dejar por la costumbre,
cuando nos dejábamos,
sólo que esta vez,
jugaba sólo en nuestra nube
y tu caiste hacia dónde
ya no podía verte,
confiando en que volverías
como siempre, algun día,
quizá para quedarte,
para quedarnos…
esperé eternamente
y nunca regresaste.