Un nuevo día,
el mismo sol que no me alumbra,
la misma vida sumida en la penumbra,
mi piel no se acostumbra
a la vieja herida oculta
latente, y en un instante
se hace presente la duda
de si hacerle frente al mundo
o permanecer oculto,
cuando el amanecer acuda,
para mí siempre está oscuro.
Ésta mañana hice el esfuerzo,
y con recelo…
Aparté la vista del techo
y la fijé en el suelo,
nada nuevo,
mi mismo ego arrastrándose
en pos de algo, no sé
¿Qué es? Tal vez
lo mismo de ayer:
sólamente calma, sólo un alma
que no le haga ascos a mi cama.
Y en el reflejo del espejo,
cada mañana veo que es cierto:
que me hago viejo sin remedio,
que no hay sueño que impida
que el ladrón de horas corra,
llevándose mi ahora,
dejándome ésta vida
pequeños mustios restos
de un futuro que no quiero.