Cansado de mirar hacia abajo
a cada paso que camina,
espía y vigila,
todo guijarro del camino que lo guía,
todo un despilfarro del sentido de la vida,
pero no le enseñaron
a levantar la vista
a la mansa belleza
jamás mirará hacia arriba
no habrá ninguna estrella
que para él, se ponga a brillar
pues nunca ha soñado con acariciar
la luz que se divierte en su estela.
La realidad fue su mundo
lo devoró por dentro
no tuvo decoro por cierto
redecoró su encierro,
pobre vagabundo de sueños,
no lo reprochó en ningún momento
hasta que la encontró
y no estaba en el firmamento
danzaba bailando con el silencio,
mientras su pelo de plata
acaparaba cataratas lunares
y polvo de estrellas fugaces.
Se había caido
a las puertas de su alma
y lloraba lastimada
gotas de rocío,
argénteas, y de fuego una llama
que el dolor abrasaba.
Ya tiene su estrella,
ganó un corazón que no esperaba
que por él, cada día brilla más
pues cada mañana la despierta al acariciar
la luz que se enreda en su melena.