Te observo tan distante
que parece que en cualquier instante,
éste mundo infame,
abrirá profundas simas
antes de que me ames,
de que me hunda,
de nada serviran mis rimas íntimas
se tornarán tan ínfimas
y no habrá nada que impida
que de nuevo el sol incida
quemándome alas metálicas,
perdona que no insista
en conquistarte,
pero el mundo se opone
y pone trágicas medidas
para disuadirme de que no repita
segundas partes…
Y así llega el desastre,
en ésta vida no hay empates
sólo derrotas
y así éste moderno arcángel
tiene alas rotas,
miles de remaches
y un cuaderno en el que apunta
lo que despunta
entre las cárceles de la ciudad,
fija carteles en las paredes
buscando la viuda negra
que envenena sus letras,
aquella que siembra veneno en su cuello
y luego tiembla presa del pánico y del miedo.
Mi corazón mecánico
queda estático cuando te encuentro
y luego late rápido en un momento,
pasa de apático a romántico
cada engranaje suspira una frase precisa,
con la premisa de agradarte,
se cruzarán mis cables
volveré a atar mis alas con alambres
a tener hambre de ti,
a regalarte mi,
sangre de miel,
a acariciar tu piel y apreciar tu papel
en éste teatro llamado vida
hasta que el destino decida
y escriba las líneas que faltan en ésta escena,
aceptaré con gusto la condena,
no tengo ninguna prisa,
ni nadie mi espera…