Mi actitud no es la propia de alguien
que no puede perder,
algo que nunca estuvo en su poder
es la de aquél que ha perdido un tesoro
que la casualidad le mostró y luego escondió.
Miro mis manos vacías
y abrazo la ténue sustancia
que dibujó sus contornos
en mi perdido tesoro,
su huella en mis manos confundidas
recuerda la travesura de lo imposible
al dejarme pensar,
que aquella fortuna,
era sólo para mí.
Ahora sólo soy un avaro egoísta
que suplica unas pocas monedas
si no me dejan de nuevo,
volverlo a contar.
Sólo quiero quedarme con algo,
que todos tenemos miedos
que nos embrujan
con etéreas palabras
de maldita envidia,
yo sólo espero,
un poco de desidia.
Debo renunciar a toda riqueza,
por sí al final llegara el principio
de la mano de lo imposible
y conjurara la posibilidad
de que quiseras tesoro,
conmigo estar.
Quizá lo que he de hacer
sea buscar monedas distintas
y amontonarlas todas juntas
para luego admirar
una torre desigual,
la fortuna no admite reproches
sobre sus colores
y transfigura la delicia de mi locura,
sólo dame un poco de plata azul
de ese perdido tesoro,
y un rubí, al que le pueda escribir
y con eso intentaré ser feliz
ya que no puedo volerte a tener entero
mi pequeño tesoro.