Creer en la gente, en lo que la gente es capaz de hacer, sólo te lleva al desengaño. De que te sirve confiarle tus «cosas» si cuando las tiene son suyas, carecen del encanto que tenían. Y además las manipula y juega con ellas. ¿De qué sirve? Confías en alguien y falla. Ya no creo en ella, ya no creo nada.

-Hola.
-Ha pasado mucho tiempo.
-Sí. ¿Te alegras de verme?
-¿Y por qué habría de hacerlo? Te fuiste sin avisar y ahora vuelves como si nada…
-Lea, por favor… escúchame
-Vuelves igual que te marchaste. No te ha servido de nada todo lo que te enseñé. ¿Dónde está ella?
-No lo sé. He cambiado, ya no quiero verla, no serviría de nada, no quiero atormentarme
-Mírate. Éstas sólo y ¿por qué? Yo te lo diré. Porque eres tan orgulloso que eres incapaz de sacrificarte por alguien, incapaz de admitir tus sentimientos. ¿No quieres atormentarte? Tonterías, lo que eres es un cobarde. ¿Por qué no la llamas? Si no lo haces ahora sabes que pasará mucho tiempo antes de volverla a ver.
-Eres cruel, no insistas no voy a volver a oir su voz. No quiero. ¿Lo entiendes?
-¿A qué has venido? ¿Por qué has vuelto entonces?
-Quería verte y te he visto. Es curioso, no eres real y sin embargo es únicamente a ti a quien creo. La única en quien confío. Tengo Fe en ti y no existes, que incongruencia tan disparatada.
-Es tu fe la que me mantiene viva cuando no hay vida. Es la creencia, la esperanza de volver a verte la que impide que me haya ido. ¿Dices que es un disparate? Es lo más sensato que has dicho en mucho tiempo. Es tu fe y la de otros muchos como tú, la que nos mantienen vivos.
¿Te has preguntado alguna vez que soy? Dices que no soy real y es cierto no lo soy. Pero entonces, ¿qué soy?
-No lo sé.
-Yo te diré lo que soy y lo que todos los demás somos. Somos retazos, fragmentos de vidas que no llegaron a ninguna parte. Yo soy tú y tu eres nosotros, sin tí yo no existiría, sin mí estarías aún más sólo y perdido.
-¿Eres mi conciencía? ¿Un espíritu?
-Llámame como quieras, lo cierto es que estoy aquí contigo y siempre lo estaré. Sin tí no soy nada.

El hombre puede creer en lo imposible, pero no creerá nunca en lo improbable
Oscar Wilde. (1854-1900)

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