Sé que soy un poco egoísta,
porque te miro y suspiro,
suspiras y me miras,
te robo el tiempo escaso
cuando el ocaso se ha perdido,
sin darme cuanta he sucumbido
y no estoy mal de la vista,
no, ese no es el motivo,
tan sólo diviso
lo que guardas escondido,
y me gusta,
no es olvido,
tampoco asusta,
pero sin percatarme
poco a poco lo necesito.
Como tu risa que se ha convertido
en la banda sonora de éstos días
dulce melodía que desafía
el sonido de las estrellas
y éstas quedan pálidas
ante tu belleza.
En la penumbra de ésta noche,
hasta que uno se acostumbra al roce
superfluo de tu cuerpo celeste,
esencia del universo,
pasarán eones y luna tras luna
irán decorando ésta partitura
con la música que más adoro.
Las dudas que me consumían
han ardido en la memoria
y me queda el principio de ésta historia,
en blanco y negro,
que luego iremos pintando de colores
con los tonos pasteles
que perfilan tu cara, tus ojos, tus labios,
mis dedos serán los pinceles
que te dibujan despacio
y recorren cada centímetro cuadrado
de tu espacio,
arrancando de tu piel
la infinita calma que siempre he buscado,
el sabor de tus labios en mis labios,
el sabor de tu alma tras tu mirada,
esos gestos por los que se escapa
y se derrama tu esencia.
La estudiaré,
como si fuera la única ciencia del mundo
y si no lo entiendes,
en éstas letras te lo resumo
y con un beso te lo demuestro,
que no miento cuando te digo
que es como si desde siempre
nos hubiéramos conocido…