La primera vez que te ví,
por vez primera,
deshojabas margaritas
preguntando,
¿quién se quedará a tu vera?
arrancando,
pétalos a esa flor que grita
¿no oyes que te replica?
«Déjalos son mi prenda,
si de ellos me despojas
no te quedaran más hojas
para saber si en ti piensa.»
Es tan frágil la flor
y tan grande tu voracidad
que el hambre que es tu vanidad
no se puede saciar
hasta que aprendas a amar.
Y pasadas muchas horas
desde la primera vez,
alguna vez que otra
he visto como sollozas
intentando engalanar tu porte
como una margarita deslucida
sin que nadie te soporte
por ser malcriada niña.
No esperes que alguien te quiera
por culpa de una margarita
busca como hacerte querer tu misma
sin que nadie, por ti, lo decida
que cuando uno te necesita
poco le importan,
las estúpidas margaritas…
