Al amanecer, triste y vacía,
solitaria en su armonía
presa de recuerdos dormidos
vestigios de días inadvertidos.
Gran erial de arena fina
Fragmentos de días y lugares
Bullicio de gente que camina
tostándose absorta en sus tardes
Al atardecer, ruidosa y tardía
Bulliciosa en su algarabía
Propietaria de eternos amores
Rotos en nada, dolores.
Su arena estancada,
entre mis dedos
se escapa cansada,
llena de recuerdos,
surcando el viento,
a un mismo tiempo
que gritando muere,
ignorando su suerte.