Tu permites que…
me adentre en tu páramo desierto,
y olvidas que…
has cerrado tus sentidos
por derribo del inmueble
y aparece mi estrella,
cada noche,
asomándose muy breve
al universo de tus ojos,
la belleza de tu vientre
que tanto siempre añoro
se contrae en tus enojos
y se vuelve estridente,
corruptos sonidos,
desmembreados
en mis oídos.
Te ofrezco una oportunidad,
creo que es lo más justo
señorita calamidad,
la vida no se acaba
tiene que continuar
bailando al ritmo oculto
del chasquido universal.
¿Por qué quieres acabar?
Hay tanta hermosura
en las cosas más locas,
hay tanta locura
en las cosas más hermosas,
merece esfuerzo el sufrir
por no seguir sola,
requiere tiempo el saber
que nunca estarás sola,
mil bocas hablan de un nombre
que ni siquiera conocen
pero será suficiente una sola
que conozca su historia,
o al menos, quiera conocer.
No derrumbes tu castillo, defiéndelo
no quieras destruirlo, es un don,
consérvalo,
como si te fuera en ello la vida,
pues se va, al derribar
tu recinto corporal
sin saber que ganarás
ni dónde irás a parar
por no haber querido luchar
con tus miedos,
por dejar caer tu cielo
en picado,
como si todo hubiera terminado.