Me niegas tres veces, y a la tercera,
empiezas a decir que vas en serio
y me lame la cara el miedo
para quedarse con mi sabor.
Mientras respiro atónito
vas asesinando primaveras
en mi cabeza,
deshojando atardeceres quemados,
recuerdos recordados,
como si prenderlos fuera fácil
y frágil como un cristal
fuera su anclaje,
tu mensaje tan grácil
como para olvidar
se viste de paisaje
y ésta triste ciudad arde,
con toda mi memoria
y ya no renace,
no hay más historias.
Ya nada es lo que era,
deja que mueran en cada acera
tus pasos, mis manos en los bolsillos,
tus tropiezos, mis guiños dirigidos,
tus labios llenos de alivio
besarán quizás otras bocas
y como un suplicio,
ésta ciudad será castigo y emblema
de mi derrota.
A veces hasta parecía que me querías
y yo lo creía y la ciudad asentía
y verte dormida era mi bálsamo
en las horas vacías
encogida entre mis brazos,
y pienso,
¿por qué sonríes en sueños?
como un suicida
mi vida por ti daría,
así se sentía,
y así asientes cuando dices
que no te arrepientes de negarme.
A la tercera va la vencida
vencida mi vida has dejado, niña,
¿mi lápida? un edificio más
¿mis flores de colores?
todos los neones
de ésta gran ciudad.