Sobran palabras

Escribo y no escribo. ¿Y qué mensaje hay entre líneas? Busco un porqué concreto, de lo hay sobre el papel. Mil palabras se asoman a mi mente, no consigo expresarlas, mil folios me harán falta, y sobre blanco plasmarlas.

Hebras de sol que se mecen a cada instante que recuerda mi memoria, y esa eterna sonrisa que tanta luz arrojó a nuestra historia, tras el azul de ese eclipse se esconde tanta belleza, tan asombroso es el misterio de tu cielo… Me faltan caricias y besos, para enredarte en lo que siento, aunque aprendí, de memoria, la geografía de tu centro en cada caricia, en cada beso me llevé un pedazo de tu cielo. Y algún abrazo habré olvidado para atrapar tu esencia. Enséñamela, como si fuera la única ciencia y quizá al conocerla, conseguiré ignorar tu ausencia. ¿Y qué me pasa? No sé, yo sólo sé, sé que, no olvidaré lo que hiciste ayer.

Me despertaste de un sueño demasiado largo, de fríos amaneceres y pesadillas disfrazadas, del vacío y del fondo del mar. De un mundo en el que no encontraba alivio, ni sitio. Una mirada, una palabra, un gesto nunca habían tenido tamaña importancia para mí, que cuando los portabas tú. Ahora soy yo mismo, me quité el disfraz, al decirme que no hacía falta. ¿Y qué me has enseñado? Me has enseñado a encender los oscuros rincones, a esconder los disfraces y arrojarlos a la inmensidad, me has enseñado a quererte como nunca antes había querido.

Aquél que nos unió en lo fugaz de un año, en el centro de lo inesperado, no atisbó a comprender que para toda la vida nos había unido, aunque toda la vida siga sin saber si nos unió. ¿Y qué dirá la bola de cristal? Nunca creí que te vería alejarte de mi lado y es un sabor amargo, ver como mis lágrimas firman el barro, igual que los enamorados rallan los árboles…

Te echaré tanto de menos, cerraré fuerte los ojos hasta verte, sólo tengo que esperar…
Miro al horizonte, confundido entre las nieblas del ayer, las nieblas poseen forma y entre ellas se divisan nuestras risas, jugando a atardecer. Pasa el tiempo y tengo miedo, miedo de tu ausencia y de las tardes en que añoro tu presencia. No te dejaré, te necesito cerca de mí, no preguntes el porqué, poco importa. Tengo miedo, miedo de que tu recuerdo sea sólo un reflejo de tu pelo, no lo quiero, no quiero tu recuerdo, te quiero a ti…

Andaré más allá de toda oscuridad, en las sombras no existe la distancia, y lloraré al recordarte, pero la luz está tan cerca, que de mis lágrimas desprenderá mil destellos y en cada uno de ellos tu imagen descubrirá. Mi corazón no distingue la distancia y poco sabe del tiempo, no le importan los nombres y no sabe de rencores. Amistad, apego, afecto, cariño, devoción, aprecio, simpatía, ternura, pasión, atracción, estima, adoración, amor no son más que un puñado de palabras que no expresan demasiado bien algunos sentimientos, como éste, que se hace eterno a cada latido, a cada momento. ¿Qué importa el nombre, ni su misterio? Sólo me importa lo que siento, y es tan fuerte, que siempre quiero verte… Nunca estarás sola mi princesa, allí donde estés yo iré a buscarte.

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