Un ángel

Un ángel vino en mi auxilio,
sus alas eran de aluminio,
¿lo viste?
Bajó de aquella nube
y otra cosa que hacer no tuve
¿lo intuiste?
que mandarlo de nuevo al cielo
con un billete de un sólo vuelo.

También tuve yo alas blancas,
y al bajar de mi nube obtuve
represalias oxidadas
por no haber venido antes,
y nuestra sangre, manchó mis alas.
Los arañazos y cortes
que provoqué al protegerme
han dejado de dolerme
pero no alcanzaré cielo
con agujeros entre plumas
tampoco alzaré el vuelo
con las alas tan confusas.

¿De qué me acusas?
¿de llegar a tu suelo
con las manos vacías
y querer irme luego
con las alas partías?
Pues no lo entiendo…
¿que pretendo?
sólo bajé a darme un garbeo
quizá fallé ya no lo veo
tan sencillo, ¿cuál es mi delito?
tan sólo me limito
a ampliar mi autonomía de vuelo
a costa de tu aliento.

Y no me arrepiento,
ya estoy maldito, más sangre
no empañará mi talante,
así de tajante y sincero me muestro:
sin aprecio por la vida,
con un desprecio que hostiga
a la muerte a venir a verme
y a mí a decirle:
«Ven, córtame las alas
con tu guadaña,
estoy dispuesto.
¿Lo intuiste?
Ya estaba muerto,
antes de esto…»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba